Hoy -13 de octubre- he hecho un desayuno que no se me ocurre otra manera de llamarlo más que trinacional. He tomado un café en casa en Atenas a las 5:30 de la mañana, un segundo café a las 7 sobre Italia y un tercero a las 11 en Colmenar Viejo. Como se puede apreciar ha sido un día muy movidito.
Esto de la bilocación físico-sentimental es lo que tiene. Mi intención inicial era volver a Madrid el domingo por la tarde pero hubo cambios de vuelo y he cogido el de las 7:20 hora de Atenas (6:20 de Madrid) eso supone que desde el aeropuerto he ido directamente a trabajar, con lo que pese a ser interino y por tanto dado a recorrer grandes distancias para ir al curro, he batido mi marca personal y he hecho 3.500km (aproximadamente) para ganarme las habichuelas ( o fassoulakia, por estos/aquellos lares).
La cosa no es para tanto, que en el avión se va sentado y al aeropuerto he ido con nuestro taxista griego de confianza, que es además el taxista más aseado y puntual de toda Grecia, una joya en Mercedes clase E con tapicería de cuero blanco impoluto, pero aún así no es cosa desdeñable. La experiencia no ha sido mala del todo y supongo que la repetiré cuando llegue la primavera.
Eso sí, he llegado reventado a casa (la de Getafe, digo, esto de tener dos hogares a veces es confuso).
jueves, 6 de noviembre de 2008
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