viernes, 23 de enero de 2009

Año nuevo en Grecia (año II)

Este año también hemos pasado el año nuevo en Atenas. Eso sí, esta vez nos hemos enterado mejor de cómo se celebra en familia.
Llegamos a Grecia con algo de retraso, cortesía de los chicos del SEPLA, y a la mañana siguiente fuimos a hacer la compra de vituallas para rearrancar la casa (comida, leña, etc.). Era día 31 y apenas tuvimos tiempo de completar las tareas. Por la noche teníamos invitación de nuestros caseros-vecinos a cenar y entrar juntos en el año. Declinamos la cena porque sabíamos que sería tras la medianoche y que eran legión los invitados. Prometimos, eso sí, pasarnos a recibir el año nuevo en su compañía.
Tras cenar a las nueve y media, a cosa de las once y cuarto pasamos a casa de los vecinos. Unos minutos después empezaron a llegar los invitados, todos vestidos de fiesta y media. Nosotros no es que fuéramos de trapillo, pero había un abismo. A las doce menos cuarto empezaron a encender velitas y en la televisión apareció el Alcalde de Atenas largando un discurso aburridísimo, mientras a su derecha ponían un reloj con segundero. Cuando quedaban unos diez segundos para medianoche, Grigoris dio la orden para que su hijo Panagiotis apagara las luces de la casa por el expeditivo procedimiento de cortar el interruptor diferencial de la casa. Obviamente, la televisión se apagó también y, al cabo de unos segundos de casi silencio, todos prorrumpieron en gritos de Χρώνια Πολλά με υγεία! ( es decir “muchos años con salud”). O sea, que entramos en el año nuevo “a ojo”, más o menos a la hora y sin sincronizarnos con nadie.
Grecia químicamente pura.
Como se ponían a cenar y nosotros ya habíamos cumplido, nos retiramos discretamente. Pusimos la parabólica -la antena de la tele, digo, que no soy la tita Espe, ni Mortadelo, aunque algo sí Filemón- y, tras ver las opciones televisivas patrias y aprovechándonos del desfase horario, entramos en el año nuevo español sincronizados con el Reloj de la Puerta del Sol, como dios manda y es costumbre, con sus doce uvas y todo.
El día dos de enero es feriado en Grecia, como compensación por los días de más que se abre en diciembre (sic). Dí un paseo y comprobé que la vida sigue, y el ayuntamiento de Atenas, inasequible al desaliento, había colocado un nuevo árbol. También pude ver a mis queridos perros públicos que estaban tirados delante de las escaleras de la Plaza de Sintagma, no por afán de notoriedad, sino porque ahí está la salida de aire caliente del Metro... listos los jodíos.Fue el día tres que se pudo salir por ahí. Es el cumpleaños de mi ahijado D. Armando Rodríguez Zurrón y se le llamó oportunamente.El día de mi cumpleaños, es decir el cuatro de enero, mi santa esposa estaba dispuesta a concederme todos mis caprichos y, resignadamente, me acompañó por las laderas del monte Parnithas, a sólo 30 kilómetros de Atenas hasta los 1400 metros de altura donde estaba francamente nevado e inhóspito.Bajamos luego y comimos esas chuletitas de cordero que justifican “per se” un viaje a Grecia.
El día de reyes (Teofanía por estas tierras) bajamos a la costa, concretamente a Glyfada a ver una de las más acendradas tradiciones locales. En día tal y tras una misa de obligada asistencia social, -eso sí, se entra y sale a conveniencia durante la larguísima ceremonia- con la iglesia escoltada por el ejército y autoridades locales en sitio preferente, se acompaña al Pope al puerto, donde, tras y en medio de sus peculiares cánticos religiosos, se arroja una pequeña cruz al agua (sí, en enero).

Los mozos del pueblo nadan-corren hasta la cruz y el que la consigue es muy honrado por su hazaña.
Otra tradición del día, es comer la “Basilópita”,o sea, la “torta de San Basilio” (Este es el santo de los regalos de los niños en año nuevo). Un pastelón algo insípido y de gran tamaño como se puede apreciar.Como todo lo bueno se acaba rápido, el día siete tomé el avión, con sólo dos horas y media de retraso, nuevamente cortesía de los chicos del SEPLA...

lunes, 19 de enero de 2009

Los koukoulofori, el túmulo y el pescaíto.

(Llevo un enorme retraso en estas crónicas mundanas, esta es la de los días 8 a 11 de diciembre del pasado 2008, perdón por el retraso si es que alguien aún me lee...)

Este fin de semana largo de la “Inmaculada” ( no lo ha sido de la constitución, que este año nos la ha birlado el calendario) he ido a Atenas como era esperable. La cosa ha tenido dos aspectos: en Grecia ha sido un fin de semana trágico. Ha muerto un chico de 16 años en una manifestación de los llamados “koukoulofori” ( o sea los encapuchados). Las circunstancias aún deben ser aclaradas pero el chico ha muerto de un tiro en el pecho. Las reacciones han sido variadas pero lo cierto es que las manifestaciones de grupos antisistema o anarquistas son constantes en Atenas y son siempre destructivas y desaforadas, con quema de coches y comercios. Esta vez la cosa que había empezado como de costumbre se ha disparado por la muerte de un chico demasiado joven para estar enfrente de la policía: una situación absurda y estúpida.

En realidad la cosa en un primer momento nos pilló de lejos. Fuimos a Acharnes a ver una impresionante tumba micénica: un “tholos” situado en pleno barrio periférico de Atenas. Hay además un museíto muy interesante. En ese “tholos se encontró la fantástica lira que se puede ver en el museo nacional.

Después fuimos a comer pescaíto a Rafina, el segundo puerto del Ática. Comimos no especialmente bien, pero, eso sí, en mangas de camisa y al aire libre mientras en Madrid caían chuzos de punta.

De punta mientras tanto caían toda clase de objetos en las calles de Atenas. Llegamos de vuelta y vimos una humareda turbia salir del centro de la ciudad. No sabíamos lo que era y sólo por la noche supimos lo que había pasado cuando pusimos la tele griega. Al día siguiente se percibía ambiente de combate en la ciudad con calles cortadas y ruido de helicópteros. Nos quedamos en casa.

El lunes yo marchaba para Madrid y la cosa debía estar muy calentita porque se veía humo y el taxista evitó cuidadosamente los barrios universitarios. Maricarmen no me llevó al aeropuerto porque su vida se estaba complicando por momentos

Tenía organizado para esa semana un curso para profesores de español con participación de profesores venidos de España y los pobres estaban alojados en el peor de los sitios posibles, justito enfrente del santuario de los “koukoulofori”. Maricarmen fue a verles al hotel y apenas pudo regresar a casa después de dejar a los profesores sitiados allí. Al día siguiente el curso se canceló, o mejor, hubo de ser cancelado con innumerables llamadas y correos electrónicos a los asistentes. Un perfecto desastre. El propio lunes los manifestantes cambiaron su ruta habitual y se acercaron hasta nuestro barrio destrozando aleatoriamente (¿O no?) comercios a su paso. Quemaron, por ejemplo, la oficina de correos más cercana a la Embajada y a la que vamos con frecuencia.

Muchos compañeros y amigos me han preguntado el porque de esta violencia. Las causas son múltiples pero casi todas tiene que ver con la historia reciente de Grecia y el tremendo grado de politización y polémica de la vida diaria. La cosa valdrá una separata de este blog...